El mundo de las novelas de romance lésbico está cambiando rápidamente: te consigues de todo. Algunas veces se nos presentan historias complejas y llenas de sustancia, otras no tanto.
Pero, ¿cómo fue que inició todo? ¿Cuáles fueron esas primeras novelas clásicas de amor entre mujeres que lograron marcar un precedente?
Justamente hoy enlistaremos esas historias tan icónicas y bien pensadas que se mantienen vigentes.
Aquellas historias que aunque en su momento fueron duramente recibidas por la sociedad, igualmente sirvieron de inspiración y referencia para la creación de las mejores novelas lésbicas que existen en la actualidad.
Carol de Patricia Highsmith
En 1948 la siempre enigmática y maravillosa Patricia Highsmith concibió el primer manuscrito de su primera novela de amor, que además resultó ser un romance lésbico.
Como ese primer manuscrito fue rechazado por los editores de Patricia (hola, lesbofobia) ella tomó la decisión de publicar el libro años más tarde bajo el título de «El precio de la sal» utilizando el seudónimo de Claire Morgan.
Sin embargo, luego de unos años más, miles de ejemplares vendidos, y varias alabanzas por parte de la crítica, se volvió a editar el libro, esta vez con el título del primer manuscrito original: «Carol».
El origen de esta novela de romance lésbico es tan enigmático como su autora:
Por allá en los años 40, cuando Patricia recién terminaba de escribir su primera novela de suspenso «Extraños en un tren», las dificultades económicas la llevaron a buscar un segundo trabajo entre almacenes de juguetes.
Un día mientras Patricia atendía uno de estos almacenes una mujer rubia y elegante se acercó a comprar una muñeca, dio su dirección y se marchó:
“Una mañana, en aquel caos de ruido y compras apareció una mujer rubia con un abrigo de piel. Se acercó al mostrador de muñecas con una mirada de incertidumbre -¿debía comprar una muñeca u otra cosa?- y creo recordar que se golpeaba la mano con un par de guantes, con aire ausente. Quizá me fijé en ella porque iba sola, o porque un abrigo de visón no era algo habitual, porque era rubia y parecía irradiar luz. Con el mismo aire pensativo compró una muñeca, una de las dos o tres que le enseñé y yo apunté su nombre y dirección en el impreso porque la muñeca debía entregarse en una localidad cercana. Era una transacción rutinaria, la mujer pagó y se marchó. Pero yo me sentí extraña y mareada, casi a punto de desmayarme, y al mismo tiempo exaltada, como si hubiera tenido una visión.” - Patricia Highsmith.
Esa misma noche Patricia escribió lo que sería el primer borrador de Carol: un libro de amor entre mujeres que narra la historia entre una empleada de un almacén y una fascinante mujer rubia (a la que gracias a su adaptación cinematográfica hoy le ponemos el rostro de la preciosa Cate Blanchett).
Annie en mis pensamientos de Nancy Garden
“Era como si se estuviera librando una batalla en mi interior y ni siquiera fuera capaz de reconocer todos los bandos. Había uno que decía: «No, esto está mal: sabes que está mal y que es incorrecto y pecaminoso» y otro que decía: «Nunca has sentido nada más adecuado, más natural, más auténtico y más bueno». Otro avisaba de que todo estaba sucediendo demasiado rápido; y había otro más que solo quería dejar de pensar y abrazar a Annie para siempre. Había más bandos aparte de estos, pero no era capaz de identificarlos.” - Nancy Garden.
Nancy Garden había dedicado toda su carrera a la literatura infantil y juvenil, y en 1982 logró publicar su primer libro de amor entre dos chicas de diecisiete años, basado en sus propias experiencias personales.
Ese año Nancy presentó este libro colmado de ternura que se ganó el corazón de muchos y el repudio de otros -que incluso se atrevieron a quemar ejemplares del libro públicamente- al no estar de acuerdo con la forma tan “explícita” y “positiva” en la que se desarrollaba una historia de amor lésbico entre dos chicas jóvenes.
Annie en mis pensamientos es ternura pura de la mano de sus voces principales: Lisa, una joven estudiante de arquitectura, y la divertida y elocuente Annie.
A Virginia le gustaba Vita de Pilar Bellver
«Amo como mujer, pero es a ti a quien amo, y porque eres mujer». - Virgina Woolf.
Muchas sabemos sobre el romance lésbico que sostuvo Virginia Wolf con Vita Sackville-West.
Lo cierto es que a Virginia le gustaba Vita y ella siempre le correspondió.
A pesar de que se conocieron ya casadas con sus respectivos maridos, siendo autoras ya publicadas y en 1922, nada de eso impidió que se amaran profundamente y que protagonizaran una historia de amor real que quedaría documentada entre su correspondencia.
En la actualidad Pilar Bellver nos trae de vuelta esa correspondencia íntima entre ambas y le añade un toque de ficción para llenar algunos espacios de lo que no pudimos ver. Pero seamos honestas, ¿qué tanta ficción puede haber entre esta novela epistolar si está basada en las más íntimas palabras que intercambiaron Virginia y Vita?
Los límites entre la realidad y la ficción se vuelven difusos mientras se disfruta de esta historia de pasión lésbica.
Carmilla de Sheridan Le Fanu
“Un amor cruel, un amor caprichoso había invadido mi vida. El amor exige sacrificios. Y en los sacrificios corre la sangre.” - Sheridan Le Fanu.
Carmilla de Sheridan Le Fanu no solo fue una precursora en el género la literatura lésbica sino también entre las novelas vampíricas. Incluso el mismo Bram Stoker se inspiró en ella para su Drácula.
Este libro de Le Fanu nos presenta una variedad de personajes como Laura y su padre, que viven juntos en un castillo en Styria, muy apartados del resto del mundo.
De forma inusual un carruaje termina estrellándose cerca de su castillo y aparece una mujer de aspecto espeluznante, que le pide al padre de Laura que se haga cargo de su hija: Carmilla.
El personaje de Carmilla -que guarda relación con Elizabeth Báthory- empieza a mostrar conductas algo “desconcertantes” para su edad, como un marcado rechazo hacia todo lo religioso y un apego latente por Laura, mientras que esta última se siente perturbada y al mismo tiempo atraída por Carmilla.
Bajo esa premisa Sheridan Le Fanu va hilando una historia poco convencional, lejos de todo el cliché de literatura vampírica que abunda actualmente.
En esta historia los vampiros son mostrados como criaturas elegantes, encantadoras, que incluso llegan a rayar en lo tierno, pero que ocultan dentro de sí la verdadera esencia de los demonios de la noche. Y se vuelve un deleite como lectora poder ser testigo de todas esas facetas suyas.
Tomates verdes fritos de Fannie Flag
Tomates verdes fritos nos presenta a Evelyn, que en una de las visitas a la residencia de su suegra conoce a Ninny: una pelicular ancianita que luego de ganarse su simpatía le cuenta lo que fue de su vida durante la época de la Gran depresión, viviendo en un pueblo estadounidense llamando Whistle Stop.
A medida que Ninny va narrando lo que sucedía en aquella época en el pueblo, van apareciendo más personajes que dan pie a otros estilos de narración.
Así nos encontramos con un gran abanico de sub tramas que se desarrollan al mismo tiempo, enganchándonos cada una a su historia dependiendo de nuestras preferencias personales, tal como en la nueva novela Cuatro lágrimas de Plata que también presenta un gran abanico de diferentes personajes y sub tramas interesantes.
Cada individuo que aparece en Tomates verdes fritos lidia con situaciones marcadas por diferentes problemas que aún siguen vigentes, como el machismo.
Al mismo tiempo, la novela retrata el lesbianismo con una naturalidad que para su época resulta maravillosa:
«Mi otra mitad regresó de la excursión de pesca organizada por el Club del Hinojo totalmente de vacío y con el trasero hecho un mapa de arañazos de ortigas. Dice que la culpa ha sido de Idgie, que le dijo que se sentase allí. Ruth dice que también Idgie tiene un mapa en el mismo sitio». – Fannie Flagg.
Tomates verdes fritos al igual que Carol también cuenta con una exitosa adaptación cinematográfica, aunque no es tan explícita como el libro.
El pozo de la soledad Radclyffe Hall
El pozo de la soledad fue catalogada por décadas como “la biblia del lesbianismo” y fue, como era de esperarse, criticada y saboteada por tratarse de una novela de época con una protagonista lesbiana.
Esa misma protagonista nos lleva de la mano por su fascinante viaje de autodescubrimiento y nos deja ver con más claridad cómo fue la situación para las lesbianas de aquellos tiempos.
No hay que olvidar que una sola frase como “Y esa noche no durmieron separadas” logró desatar el odio contra esta novela y Radclyffe Hall también tuvo que hacerle frente a la censura.
Y es gracias a estas obras -que se impusieron a su época- que el día de hoy podemos seguir disfrutando de novelas lésbicas de todo tipo.
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